"Convoque a todos los magistrados, a los superiores de los diversos monasterios y a todos los párrocos. Dígales de mi parte que siempre y cuando estén motivados por verdaderos principios como ministros de la religión (...) los respetaré a ellos, a sus propiedades y a sus costumbres (...) pero que cuando la santidad de su ministerio se convierta, en manos de los malhechores, en un instrumento de guerra civil y discordia, los trataré sin consideración alguna, y destruiré sus monasterios y castigaré personalmente a todo párroco que mal se comporte"
Napoleón Bonaparte, 1796, tras la rebelión de Pavía.
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