Cuando hemos escuchado que el
Presidente Rajoy iba a dar una declaración institucional todos deseábamos oírle decir que él y su gobierno se marchaban, adelantaban las elecciones o proclamaba la
República. Claro, que eso sólo pasa en las películas. Rajoy aparece en persona,
no en plasma, y anuncia que el Rey abdica. Según la Real Academia Española de
la Lengua abdicar es “ceder la soberanía o renunciar a ella”. Así que si algún
ingenuo ha saltado de la silla y no ha seguido escuchando habrá podido pensar
que los Borbones cogían las maletas y se iban a un retiro dorado comprendiendo
que ya la ciudadanía no puede aguantar un minuto más con una jefatura de estado
sanguínea.
Pero esto es la cruda realidad. Y
lo que Mariano nos cuenta es que el Rey abdica en su hijo, es decir, mantiene
el cortijo. Y así todos los que ansiamos un sistema donde sea la ciudadanía la
que habla y donde los sistemas de gobiernos medievales como la monarquía
desaparezcan nos quedamos como antes, desangelados.
- Je je je, queridos españoles, ahí os dejo a mi hijo. ¡Tenéis borbones para rato! Hasta luego Lucas!
Nuevamente se nos somete al timo
del tocomocho y a la dictadura realística. Rajoy se llena la boca hablando de
que el Rey es el baluarte de la democracia, el garante de libertad… para mear y
no echar gota. Lo que nos están diciendo entre líneas es que este sistema se
sustenta en la traición de la transición donde se nos impuso una figura tan
poco democrática como un Rey. Romper eso, parece decirnos el señor presidente,
es avocarnos a una guerra que dios sabe cómo puede acabar.
Como se suele decir, “a rey
muerto rey puesto”. Pero que tomen nota: cada vez menos gente nos creemos esta
parodia nacional y antes o después reclamaremos soluciones. Si no nos las dan,
tendremos que aplicarlas nosotros.
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