sábado, 8 de septiembre de 2012

La Iglesia. Harald el vikingo.

Salieron del convento como almas que lleva el diablo. Harald no había entendido nada o casi nada. Su madre le explicó que aquella Iglesia que en el nombre de Cristo explotaba a los pobres aldeanos, confiscaba sus tierras con el beneplácito del rey y la nobleza o los hacía trabajar de sol a sol en las obras de la catedral por un plato de gachas no podía ser la verdadera Iglesia que pregonaba el Evangelio, la que representaba al galileo que murió en la cruz. Las cosas tendrían que ser así, quizá. Pero hasta que cambiasen, hasta que los frailes dejasen de ser lascivos comilones y los hombres esclavos, prefería a sus dioses.
 
A. Cavanillas de Blas: Harald el vikingo.



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