martes, 11 de septiembre de 2012

El rescate de España. Rescatémonos a nosotros mismos

Ya estamos en el tantas veces negado rescate de España. El gobierno, fiel a su política desde que ha llegado a la poltrona, ya no niega que vayan a rescartarnos, sólo dice que tiene que valorar si pedirlo o no. Vagas palabras creíbles sólo para o los muy sectarios o los muy tontos. 

Con el rescate vendrá lo temido, más y más recortes o, lo que es lo mismo, peores condiciones de vida para los que menos tienen. El pueblo tendrá que soportar los palos en su espalda mientras tiran del carro de los banqueros, empresarios y realeza política. Algunos dirán que los recortes son necesarios. Sin embargo la sanidad, la educación, las pensiones o los derechos de los trabajadores tienen que ser pilares inamovibles si queremos que este país sea mínimamente digno. Durante años se ha derrochado dinero, pero no por parte del pueblo trabajador, como tanto les gusta decir a los personajes de derechas, sino por parte de los que realmente podían hacerlo. Aeropuertos vacíos, grandes edificios infrautilizados que acababan costando el doble de lo que se había presupuestado inicialmente, recalificaciones, especulación, dinero bajo manga, bancos que se han hecho de oro y cuando han tenido que pagar para no cerrar hemos tenido que poner todos de nuestros bolsillos, defraudadores... toda esta gentuza es la que, precisamente, no va a pagar las duras condiciones que Europa nos pondrá próximamente.


La entrevista de Rajoy por la actual TVE. Un chollo para cualquier gobernante


Pero entonces, ¿cómo es que van a socavar los derechos de las personas de manera tan flagrante? La respuesta es clara: los gobernantes han dejado de ver a la población civil como protagonista y directora de la política. Nos han dejado de tener miedo, hablando en plata. Ellos están por encima, cual dioses que dirigen desde el olimpo los avatares de los hombres, que deciden por ellos porque, al final, los de abajo son simples humanos y ellos, oh, son la élite. 

Si no vemos la educación y la sanidad, entre otros, como la base de este estado, éstas acabarán (como está sucediendo) privatizándose y convirtiendose en un lujo en vez de un derecho. Ahora, a la mínima, los malgobernantes quieren esquimarlas con la disculpa de que no llega. Porque no creen en ello, porque les gustaría probablemente un sistema como el norteamericano, donde el rico tiene un buen seguro y el pobre se muere a las puertas de un hospital porque no pudo pagar el seguro. "Si no paga, que se joda", dirán aquellos que no tienen problemas en llegar a fin de mes. 

Debemos hacer algo. Gritar y si hace falta poner el puño encima de la mesa y decir que hasta aquí hemos llegado. Los políticos no están dando la talla. Y no me refiero a los gobernantes, que están defendiendo perfectamente los derechos de las clases más pudientes, sino del resto. Como se diría en castizo, parece que no hay huevos de poner toda la carne en el asador. Unos, porque hubieran hecho lo mismo o casi lo mismo si hubieran tenido el poder; otros, porque viven tan lejos de la calle que ya no sabrían ni salir a ella. La población civil se queda sóla, sóla ante unos vampiros que han visto el momento en su inactividad para sangrarles, para volver a esclavizarles y retroceder a condiciones del siglo XIX. Debemos ser la estaca que se clave en ellos y los frene, porque una vez que nos pongan la bota encima será mucho más difícil quitárnosla de encima.

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