viernes, 25 de mayo de 2012

Stalingrado, 1943. La jerarquia no te salvará.

Para la jerarquía militar, un soldado es un peón, y sus movimientos no tienen más ni menos importancia que, precisamente, esa ficha de ajedrez. Tanto en ejércitos totalitarios como en aquellos ejércitos autoproclamados "democráticos" un soldado sigue siendo una pieza que mover y a la que, llegado el caso, se puede sacrificar. Quizás en nuestras sociedades actuales esto ha variado ligeramente, no porque haya cambiado la sensibilidad de esos cargos sino por la fuerza de la sociedad civil que, si bien es insuficiente, se ha visto motora de cambio en conflictos como Irak o Afganistán. Y es que una cosa es saber que pasa algo en esos países y otra ver los ataúdes de tus paisanos con la banderita de turno apilados en un avión. El 22 de enero de 1943 Friedrich Paulus, comandante del VI ejército alemán ascendido a mariscal de campo en 1943 escribía desesperado a Hitler desde la ratonera en que se había convertido para el ejército alemán el asedio de Stalingrado:

Radiomensaje: 22 de enero de 1943, 16:02 horas.
Al Grupo de Ejércitos del Don.

"Los Rusos avanzan en un frente de 6 kilómetros a ambos lados de Voporonovo hacia el este (hacia Stalingrado), con banderas desplegadas. No existe posibilidad de cerrar la brecha... Todas las provisiones se han acabado. Existen en la bolsa 12.000 hombres (heridos) que carecen de atenciones. ¿Qué órdenes puedo dar a unos soldados que ya no tienen municiones?...
Se requiere una decisión inmediata, dado que ya se han notado en algunos lugares síntomas de descomposición. Sin embargo, las tropas aún tienen fé en sus mandos".
PAULUS.

 Friedrich Paulus fue ascendido a mariscal de campo por Hitler, que pensaba que de esta manera no se dejaría capturar y se suicidaría antes de rendirse. Sin embargo Paulus rendiría su ejército cuando éste, encerrado en una bolsa rodeada de tropas rusas, no tenía otro final que la destrucción. Él lograría regresar junto con otros 6.000 soldados a Alemania tras un largo cautiverio. Más de 85.000 soldados que marcharon a Siberia junto a ellos no tendrían esa suerte y morirían a lo largo de este tiempo.

Para cuando Friedrich Paulus escribe este mensaje la suerte del VI ejército estaba ya echada. Hitler había decidido que resistiera hasta el último hombre o, lo que es lo mismo, hasta el exterminio del ejército. La confianza que según Paulus tienen sus hombres en sus mandos será contestada de esta manera por Hitler:

"Capitulación imposible. 
Los soldados defenderán sus posiciones hasta el fin... el VI Ejército realizará así una histórica contribución al más gigantesco esfuerzo de guerra en la historia alemana".
ADOLF HITLER.

Olvidando a sus hombres, sacrificándolos en el altar de la patria, miles de alemanes morirían bien en el campo de batalla, bien en los campos de concentración. Cuando la batalla de Stalingrado podía haber sido "sólo" una derrota alemana, Hitler y su camarilla lo convirtió en un apocalipsis donde sólo unos seis mil soldados pudieron regresar con el tiempo a Rusia de los más de 90.000 capturados tras la rendición.


Telegramas extraídos de: WILLIAM CRAIG, La batalla de Stalingrado.  

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