domingo, 17 de noviembre de 2013

Madrid, basura y botellas



No es de hace unos días que la capital del reino huele a podredumbre. Ahora que la basura campa a sus anchas y la mierda desborda las calles es más evidente, pero esto no viene de dos semanas hacia acá. La huelga de limpieza en Madrid parece que tiene los días contados después de la negociación hasta última hora de esta noche pasada. Los trabajadores son los primeros conscientes en que esta huelga puede acabar, en efecto, en un problema de salud pública. A nadie agrada la suciedad, la porquería, y eso es lo que llevamos aguantando mucho tiempo los ciudadanos de este país: la basura en las instituciones, que rebosa y escupe por los poros una mugre que nos salpica y no podemos quitarnos.

No, claro que deseamos las calles limpias. Los que nos quieren someter gobernar nos quieren poner en contra de los trabajadores: de ellos es la culpa. Porque si su trabajo es recoger la basura y están en huelga, ¿quién va a ser el culpable si no ellos? Llevamos tiempo asistiendo a la contralucha desde el poder. Como quintocolumnistas, intentan ponernos en contra de los que protestan: cuando los médicos se negaron a una sanidad privatizada, sólo se quejaban por salvar su culo; cuando los profesores fueron a la huelga, eran porque querían mantener sus privilegios; cuando se protesta porque no hay ayudas, la culpa es de lo que cobran el paro porque defraudan y no quieren buscar un jornal.

Desconocemos aún el alcance del acuerdo al que se ha llegado con la empresa, pero parece que gracias a la lucha del sector se van a poder mantener los puestos de trabajo. Gracias a la lucha, y no a la sumisión. Porque cuando los obreros callan y se dejan someter, la batalla siempre la tienen perdida. Pero cuando la batalla está perdida de antemano, entonces no hay nada que temer y la lucha puede llevarse hasta sus últimas consecuencias.

Desde la poltrona del ayuntamiento, con las piernas encima del escritorio, a la alcaldesa y todos sus consejeros elegidos a dedo y pagados como nunca se pagará a uno de los obreros en huelga, todo se mide en popularidad. A la señora Botella le importa un bledo si los obreros cobran 600 o 1000 euros, si trabajan mil o si echan a 700. Ella quiere que se acabe la huelga porque una vez más ha quedado como una incompetente (no vamos a recordar ahora el caso tan flagrante como el del Madrid Arena), en España y en Europa. La imagen del “café relax” es ahora la de la “basura relax”, y siempre tiene a la misma protagonista, esa alcaldesa que nunca fue elegida por sus conciudadanos. Y precisamente ella y toda su cohorte son los principales culpables de esta huelga y, en definitiva, de esta posible tragedia laboral que puede que al final no llegue a tanto.




Son ellos, nuestros políticos, los que dejando en manos de empresas privadas servicios que deberían de ser públicos venden al mejor postor cada ámbito de nuestras vidas: la limpieza, la sanidad, la educación… y lo venden por el mejor precio, sin importarles que detrás de las rebajas que las macro empresas licitan hay despidos, salarios infames y conculcación de derechos laborales. En este caso fue ella, Ana Botella, y sus acólitos los culpables de que 800 obreros estén con un pié en la calle, porque cuando vendieron al mejor postor estos servicios sólo les preocupó el precio, sin obligar a la empresa adjudicataria a mantener un mínimo de dignidad en los contratos con sus trabajadores.

Y es la alcaldesa, señora Botella, y sus fanáticos seguidores, los culpables de querer verter esa mierda que no se quiere recoger sobre los currantes de la limpieza, acusándolos de sobornar, de chantajear, de querer imponer sobre todos los madrileños una lucha que sólo es de ellos.

Querida alcaldesa de la capital del relaxing, sepa usted que los ciudadanos no son tontos. Bueno, rectifico, hay algunos que no son tontos sino idiotas de remate, bobos al cuadrado, pero la mayoría sabe que pasa en esta ciudad y en el resto del Estado. Y saben que los que patrocinan estas injusticias laborales no son sólo los holding empresariales que se dedican a exprimir para sacar el mayor beneficio sea la actividad que sea, sino también quienes desde las instituciones públicas no sólo les pagan sino que les dan todas las libertades para que las condiciones laborales que imponen sean más parecidas a las del siglo XIX que a lo que en el año 2013 un país supuestamente avanzado merece.

La huelga tiene los días contados. La basura de traje y corbata, por desgracia, no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opina lo que quieras, aquí no se censura, sólo se pide educación.