Nuevamente las fuerzas armadas han desfilado por las calles de Madrid, esta vez por el módico precio de 900.000 €. El gobierno y los neoliberales se alegran de que en un momento tan "grave" como el que está pasando el país, el ejército se apriete el cinturón y en vez de 2,8 millones de euros la cifra se haya rebajado a un 30%. Quizás deberían de preguntarse esos estómagos agradecidos qué sentido tiene el tirar por el retrete todos esos euros en un momento en el que hay familias enteras puestas en la calle por no poder pagar las letras de su mísero piso, o cuando el gobierno ha liquidado la ley de dependencia y lo que eso supone de ruina y precariedad a las familias que necesitan de esa ayuda para poder sacar adelante a su ser querido.
Este año ha habido recortes en el rancio desfile. No se ha podido ver ni vehículos acorazados, ni cazas ni aviones de transporte despilfarrando el dinero de los contribuyentes, cada vez más ahogados por las deudas y los impuestos. Algunos de los visitantes salían en la televisión diciendo que era un honor ver a los que defensores de la patria desfilando por sus calles, incluso uno ha insinuado que quizás un día de estos el desfile tenga que ser por las calles de alguna ciudad catalana o vasca en caso de que intenten separarse de esta "amada patria".
La cabeza pensante del desfile
Se habla a diario de nacionalismo catalán o vasco, pero muy pocas veces del español. Y es precisamente desde estos sectores donde la intolerancia y la amenaza campan a sus anchas. Intolerancia por no poder admitir el derecho universal de la autodeterminación, y amenaza en todos los ámbitos: económico, social, militar...
No tengo especial fé en los procesos de autodeterminación si estos no van acompañados de un verdadero cambio del sistema capitalista que nos está ahogando literalmente. Sin embargo, tenga el resultado que tenga, el proceso es un derecho que por mucho que los estados "homologados" no acepten antes o después, si ese es el deseo del pueblo, tendrán que tragar.
El día 12 de octubre da mucha pereza. No hay nada especial que celebrar en común. Desde luego no el día de las fuerzas armadas (que no las fuerzas del pueblo, eso es otra cosa). Y tampoco el día de la hispanidad. Lo que se hizo en América no fue algo distinto que lo que hubieran hecho otros países, pero no por ello debemos de enorgullecernos de ello. Antes el día 12 daba la alegria del día de fiesta. Hoy, con los millones de parados que habitamos esta tierra, ni eso contenta ya.
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