El rey les persiguió, alcanzándoles, matando y degollando a cuantos podían coger. El rey, fatigado por las heridas que tenía, detúvose un poco, y cogieron a un moro muy alto y de desmesurada estatura, y el rey, después que hubo hecho caballero al hijo de la condesa, quiso que matase a aquel moro. Y el muchacho, con gran valor, le dió de golpes con la espada hasta que lo hubo matado. Cuando el rey vió al moro muerto, cogió al pequeño muchacho por los cabellos y lo lanzó encima del moro, y frotóle fuerte, de modo que los ojos y la cara estaban llenos de sangre, y le hizo meter las manos en las heridas y así le encunó en la sangre de aquel moro. Luego salió muy valiente caballero y virtuoso de su persona; tanta valía tuvo en su tiempo, que en gran parte del mundo no se encontraba caballero que tanto valiera.
JOANOT MARTORELL Y MARTÍ JOAN DE GALBA, Tiran lo Blanc.
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