La ley de seguridad ciudadana aprobada ayer es el culmen de
la mediocre y antidemocrática obra que dejará como legado este grupo de
incompetentes que nos gobiernan. Amparados en una mayoría absoluta que, sólo un
sistema degradado como el del 78, permite al que la posee actuar de espaldas a
la ciudadanía, los soldados políticos del Partido Popular, fieles a su líder,
votaron en manada como corresponde a un grupo donde el debate no existe y la
férrea línea de Génova debe ser seguida a rajatabla.
La ley mordaza es una medida fascista en su médula, como
corresponde a un partido político heredero del franquismo (ideológica y
personalmente), un partido que sólo de forma obligada creyó en la democracia
pero que siempre ha ido a rebufo de las libertades, obligado por los tiempos
que corren en cada momento. Los hombres de misa diaria y virgen en el cabecero
de la cama sin embargo no son tan piadosos cuando proponen, entre otras
infamias, las devoluciones en caliente de inmigrantes en la frontera, que no se
pueda grabar a las fuerzas de seguridad mientras
golpean a un manifestante o que se multe a quienes quieran impedir que desahucien
a una familia sin recursos.
Esta ley es mezquina porque obliga a posicionarse radicalmente
a la ciudadanía. Frente a la protesta pacífica, las sentadas populares, el uso
de medios audiovisuales para denunciar agresiones o la concentración ciudadana
ante un desahucio este panfleto legal aprobado por los populares nos obliga, a partir de su entrada en vigor, a la acción
violenta e ilegal, por un lado, o al acatamiento y total sumisión por el otro.
Lo que esta ley prohíbe y, sobre todo, multa, es el derecho de la población a
negarse de forma pacífica a las injusticias emanadas de un régimen caduco.
Los gobernantes de juramento en biblia, desde luego, atacan
donde más duele: en el bolsillo. Saltándose el amparo judicial, directamente
intentan penar a la población con multas multimillonarias que sólo con los
sobresueldos, mordidas y tarjetas black se pueden costear. ¿Qué mejor manera de
coaccionar a un parado o a un mileurista con una multa de hasta trescientos mil
euros por grabar, por ejemplo, a un antidisturbio patear a un manifestante de
forma indiscriminada?
Los dirigentes del PP, en contra de lo que cree la mayoría,
son muy listos, y saben que saltándose la tutela judicial y acosando con multas
impagables conseguirán que una gran parte de la gente que se parte la cara a
diario para cambiar las cosas acabe quedándose en su casa o, al menos, bajando
la cabeza en según qué ocasiones.
Sin embargo somos como la marea, que por muchos diques que se
pongan para intentar frenarla, cuando estalla la tormenta acaba por superar cualquier barrera. Hay que exigir
la derogación de esta ley, fascista hasta su médula, y hay que exigir también a
lo próximos que vengan en que, según entren en la Moncloa, la depositen en el
cubo de la basura, de donde no tenía que haber salido nunca.
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