lunes, 4 de marzo de 2013

La extinción de la especie ministerial

A Jorge Fernández Díaz parece que eso de ir a Roma le provoca una subida de bilirrubina, vamos, que le pone. Así se crece en la ciudad que alberga el estado absolutista del Vaticano y aboga por el proteccionismo del matrimonio  tradicional frente al homosexual porque éste "no garantiza la supervivencia". 

Algunos creemos que si por la superviviencia de algunos se tratara mejor que esta especie hubiera desaparecido hace tiempo, pero ese es otro tema. La cuestión ahora es que, en el coloquio sobre religión donde dijo estas sandeces, suponemos que los parroquianos le aplaudieron cuando sacó a relucir sus actitudes homófobas y su ultracatolicismo tan común en su partido y que quieren imponer en este país para volver a los tiempos del franquismo, referente político de muchos de sus militantes.

Porque a estos ultracatólicos y ultraderechistas se les llena la boca de familia tradicional, como si la familia fuera un objeto standar que tiene que tener unas medidas y una formación concreta. Estos mismos personajes son aquellos que estaban en contra del divorcio y perdieron la batalla. Que estaban en contra del aborto y también la perdieron (si bien es cierto que esa batalla pretenden continuarla). Y que están, en definitiva, en contra de cualquier avance en libertades que mine ese estado idílico rancio en blanco y negro que tanto les gustaría imponer.

 Jorge Fernánez, cruzado de la religión y el matrimonio. Amén.

Porque, ¿qué ayudas dan a las familias? Vivimos en un país donde las ayudas familiares son prácticamente nulas. Poco duraron los 3.000 euros de ZP, y mal se dieron, porque lo mismo lo cobraban (si así lo solicitaban) los hijos de parados que los de los mileuristas, que los de altos funcionarios o, a saber, quizás de los principes si así lo solicitaron en su momento. Ahora a los que tenemos hijos no nos queda más que tirar para adelante, compaginar de mala manera la vida familiar con la laboral (el que tenga trabajo), y dejando para los ricos, por qué no, muchas veces peperos, la posibilidad de tener cuatro o cinco hijos porque un obrero no se puede hoy en día permitirse esos lujos.
Y así, con esta hipocresia habitual, estos aristócratas de la política se permiten el lujo de decirnos cómo tienen que ser nuestras familias. Y se atreven también a realizar su particular cruzada en imponernos de nuevo la asignatura de religión como si de las matemáticas se tratara, tal y como dijo el ministro en el citado coloquio. Claro, culpa de esto no tiene el PP, cuyo tufo inquisidor lo maldisimulan pero todos conocemos. Más culpa aún tiene el PSOE, partido con siglas de socialista y obrero, que ha permitido en las décadas que ha gobernado (algunas con mayoría absoluta) que la iglesia siga teniendo tanta fuerza en un país aconfesional y haya hecho de su capa un sayo.

Cada uno que rece a quien quiera pero que esto no afecte a los demás. Y el educar respecto al catolicismo, el concepto de matrimonio único posible y otras lindeces por el estilo son imposiciones que nos quieren grabar a fuego y por donde no vamos a pasar.  Habría que recordar al genio de Jorge Fernández que los hijos no sólo vienen del matrimonio, que no hay que pasar por el altar para que venga la cigüeñita de París y todas esas soplapolleces. Y habría que pensar que, en caso de la extinción, si ésta supusiera el final de ciertas ideas fanáticas y excluyentes sería, sin duda, positiva.


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