martes, 12 de marzo de 2013

El Somme, 1916.



"En cuanto los hombres se hallaron en posición, se vió como una serie de líneas extensas de infantería avanzaban desde las trincheras británicas... Cuando la lína británica que marchaba en cabeza se hallaba a cien metros, el tableteo de las ametralladoras ya los fusiles estalló a lo largo de todo el frente... Algunos disparaban rodilla en tierra para obtener un blanco mejor sobre aquel suelo accidentado, mientras que otros, en el enardecimiento del momento, se pusieron de pie sin mirar por su propia seguridad, para disparar contra la multitud de hombres que tenía enfrente. Unos cohetes rojos ascendieron al cielo azul como señal para la artillería, y de inmediato una masa de proyectiles de las baterías alemanas de retaguardia rasgaron el aire y estallaron entre las líneas que avanzaban. Secciones enteras parecían derrumbarse, y las formaciones que cerraban la marcha... se desmoronaban bajo aquella granizada de proyectiles... Los gemidos y los lamentos de los heridos, los gritos de socorro y los últimos alardiso de la muerte se mezclaban con todo aquello... Las extensas líneas de la infantería británica se rompieron como olas contra un acantilado, para acabar retrocediendo".

Observador aleman ante la ofensiva británica en El Somme el 1 de junio de 1916. Traducido en GEOFFREY PARKER (ed.), Historia de la Guerra, tomándolo de la obra de A. H. FARRAR-HOCKLEY, The Somme.

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