jueves, 16 de agosto de 2012

El olor del oro. Haití, 1500.

Con Boadilla vuelven a Haití unos pocos Tainos pálidos, delgados y envejecidos. Son los supervivientes de los más de 4.000 esclavos que Colón ha ido enviando a España para rentabilizar su empresa, son el anuncio de esa vuelta a España de Colón encadenado. La Reina le ha acusado de esclavizar a sus súbditos y nadie quiere mancharse las manos ni las conciencias por unos cuantos indios famélicos que pronto sucumben al clima español.

La metrópoli se distancia de la colonia, no la considera muy rentable, poco después una Cédula Real declarará a los indios vasallos libres de la Corona de Castilla.

Entre tanto, la producción de oro en Haití, por primera vez empieza a ser significativa. Fruto de las primeras minas donde los Taínos se pudren de hambre y de cansancio, de infecciones y debilidad, hasta el día en que revientan y sus cadáveres son disputados entre los perros y las aves, son los primeros 100.000 pesos e oro que llegaron a España para los reyes.

La Cédula Real nunca se cumplirá. Nadie en la colonia se preopua de que se cumpla, y en la metrópoli tomarán los reyes el oro y no preguntarán si lo sacaron indios o españoles, libres o esclavos. Se deleitarán mirándole. Pero no le olerán. Mejor que no lo hagan, podrían aprender demasiado sobre su origen.




* Texto extraído de ABYA-YALA, Escenas de una historia india de América, escrito por Pedro Ceinos.

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