El asunto nuclear de Garoña vuelve a nosotros como si de un mal chiste se tratara. Cuando ya nos habíamos felicitado todos por su cierre, eso sí, tardío, ahora nos dice el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) que concede un año para considerar la prórroga de su vida útil, que expira el 6 de julio. El CSN, que parece algo muy serio, no deja de ser otro grupito de políticos que deciden a nuestras espaldas asuntos que no sólo la ciudadanía tiene claro sino que la mayoría de las instituciones afectadas por tener esta bomba nuclear al lado de casa hace tiempo que rechazaron.
Seremos claros. Como en todo en esta vida los hay que sí que quieren mantener el monstruo nuclear. Por un lado, y ante todo, los oligopolios eléctricos, de los cuales el Partido Popular y CIU, los partidos que han votado SI a esta prórroga, son grandes defensores. Por el otro, las personas que trabajan en la Central y las familias que dependen de ellos. Pero claro, esto último es como si quisiéramos mantener activa la central de Fukushima porque daba de comer a un centenar de familias niponas. Como siempre esta gente ha sido otra víctima más en esta lucha irracional por mantener Garoña vivo, como punta de lanza de las peticiones de mantenerla activa. Eso sí, el PP, partido gobernante en esa región desde el principio de los tiempos, no ha hecho nada por introducir un cambio en la economía de la región que permita a esa gente poder vivir de otra cosa que no sea el negocio nuclear, un negocio que antes o después (aunque con estos políticos siempre parezca que es "después") acabará cerrando, volviendo esas gentes a tener el problema laboral.
En Garoña hay algo que huele a podrido. Y no es, esperemos, una fuga en su reactor, sino un juego de intereses económicos de cierto lobby muy poderoso que llega hasta las instituciones más altas. Y es que, ¿quién conforma Nuclenor? Pues nada más y nada menos que una empresa participada al 50% por las multinacionales eléctricas Iberdrola y Endesa, empresas que gustan de los fichajes políticos como consejeros: el exministro Acebes por ejemplo el año pasado en Iberdrola ganó como consejero 216.000 euros. Sin embargo es Endesa quien se lleva la palma: tiene al memorable expresidente Aznar como consultor con un sueldo anual entre 200 y 300.000 euros, y por sus filas están o han pasado Miquel Roca, Pedro Solbes, Pio Cabanillas, Javier Solana, Carmen Becerril o Luis de Guindos.
Así que tenemos dos empresas que conforman una sóla, llenas en sus filas de ex-políticos y a la que una comisión de políticos en activo que conforman la entidad de seguridad nuclear les concede una nueva moratoria. Si nuestras vidas no estuvieran en peligro la cosa tendría su gracia. O su puta gracia. Atrás quedan esas imágenes bucólicas de autobuses escolares yendo de visita a la central, admirando sus lagos llenos de patos y el sol brillante a la espalda. Ahora sólo tenemos un monstruo sombrío, con un peligroso currículum, amenazante sobre nuestras cabezas y con los bolsillos llenos de billetes.
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