La porquería inunda tanto las esferas políticas de este país que algunos ya no pueden ni respirar. Como el caso de Bárcenas, un personaje que ha sido tesorero nada más y nada menos del partido que dirige (con mano de hierro) este país y al que se le imputa que mantenía una cuenta en Suiza 22 millones de euros, dinero que cuando fue imputado en la trama Gürtel diseminó por otras entidades y países.
Lo que está claro es que todos estos millones de euros los disfrutaron y tuvieron conocimiento de ellos muchos de los miembros de su partido. Así, el Mundo habla de que se pagaban buenas cantidades de dinero negro a miembros del Partido Popular, y el diario el País que este tipo aún mantiene un despacho en Génova. Y la bola de nieve va creciendo y creciendo... hasta que se esfume y quede en un pequeño charco de agua.
Si Cospedal quería ahorrarse entre 1 y 1,5 millones de euros dejando a los manchegos sin 21 centros de atención nocturna... bien podía haberle pedido ayuda a su Barcenas, que podría mantener 20 veces ese gasto con lo que parece se ha llevado calentito.
Porque este país es así. Gente que roba millones con responsabilidades públicas al cabo de un tiempo todos nos olvidamos de ello, apenas pasan por la cárcel y todo queda en nada. A los cuatro años se vota, nadie se acuerda de lo que sucedió y todos tan contentos. Porque primero tiene que haber una condena, y luego esta condena tiene que ser justa. Y ser justo quiere decir proporcional. Hace varios días salía la noticia de que una mujer sin ingresos iba a ser condenada a prisión por extraer de una tarjeta de crédito 200 euros para comprar comida. Proporcional sería que la condena de Bárcenas, si se demuestra que es culpable, fuera 100.000 veces la condena impuesta a esta señora. Creémos que no será así.
En cualquier caso que el señor Bárcenas no se preocupe, porque en este país si se descubre el pastel, si se pasa por el juzgado y si se es condenado, siempre esta el indulto del gobierno del turno, sea este el PSOE o el PP. Los indultos están a la orden del día y siempre es cómodo indultar a un corrupto importante, hoy por ti, mañana por mi. Este gobierno en concreto le está cogiendo el gustillo a esto de los indultos, varios cientos de ellos el año pasado. Ayer nos enterábamos que uno de los últimos ha sido el de un kamikaze que mató a un conductor al estrellarse contra él y por el que pidieron 13 años de cárcel, de los cuales sólo ha pasado unos meses. Si ya el indultar a un personaje de este tipo es tremendo, sobre todo cuando no lleva nada en la cárcel y encima ha matado a una persona, la cosa tiene ya su gracia (su puta gracia, dirian algunos) cuando se sabe que un hijo de Alberto Ruiz Gallardón trabaja en el buffete que llevó el caso de este energúmeno y, más aún, que su abogado fue Esteban Astarloa, hermano del diputado del PP Ignacio Astarloa. Vamos, que esto huele a podrido.
Los indultos deberían de concederse en casos extremos y siempre de forma humanitaria. Por ejemplo en el caso de la mujer antes citado. O en el caso de un exheroinómano que, tras reinsertarse en la sociedad, le llega tiempo después una condena de varios años por haber dado un palo del cual ya ni se acuerda. Sin embargo, y volviendo al caso de las corruptelas, nunca debería de concederse un indulto a quien, ocupando un cargo público (sea este ministro, diputado, tesorero, policia, concejal...), aprovecha su posición para enriquecerse ilícitamente o delinquir de la manera que sea. A estos, más bien, se les debería aplicar un extra por tratarse de quien se trata. No sé si se debería de llegar a amputar la mano al que roba (seguro que en las instituciones públicas funcionaría como escarmiento a las mil maravillas), pero sí que la pena que se aplica a estos indeseables se cumpla íntegra y sin rebaja posible.
Esperemos (aunque no lo creemos) que el caso Bárcenas se resuelva en su totalidad. Porque otra cosa que distingue a este país es que cuando se produce un escándalo de esta magnitud enseguida se busca al cabeza de turco, al pagafantas o se intenta hacer una "única culpa", y está claro que Bárcenas no tenía bolsillos suficientes para guardarse todo ese dineral y que debe de haber muchos, muchos tipejos como él que, como mínimo, se beneficiaron del asunto.
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