El destino episódico de una revolución es lo de menos. Lo importante es el contenido en ideas y realizaciones luminosas, constructivas, libres. Éstas sobreviven a todas las derrotas episódicas. ¿Cuándo nos curaremos de la manía funeraria de "la victoria por encima de todo"? El triunfo por encima de todo, como el "renunciamos a todo menos a la victoria", no es revolucionario sino maquiavelismo. Es absurdo que los hombres luchen sin identificar un principio moral elevado con la victoria. El principio de "la victoria ante todo" es no tener principios. Una revolución cuyo desenlace no tenga en cuenta los escrúpulos a reprimir y las víctimas a inmolar es cualquier cosa contraria a una verdadera revolución. Y, a la inversa, una caída digna tras una serie de episodios fecundos, no es más que una derrota provisional. El libertario debe preferir siempre estas "derrotas" a aquellas "victorias".
JOSÉ PEIRATS VALLS
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