jueves, 8 de noviembre de 2012

Desahucios, fuerzas de seguridad y ministro de interior

Parece ser que PP y PSOE van a llegar a un preacuerdo hoy respecto a los desahucios. Algunos dicen que ésto es inaudito, un acuerdo entre los "grandes", pero no nos olvidemos que estos dos mantenedores del sistema ya lo han hecho cuando les ha interesado, como en el último cambio de la constitución, sin consulta popular ni aviso previo a la ciudadanía. Veremos en qué queda todo, y si de verdad se llega a un acuerdo justo aunque, mucho nos tememos, los resultados no estarán a la altura de las perspectivas creadas. 

En cualquier caso, y eso sí que es positivo, parece ser que todos se están dando cuenta de que ésto hay que pararlo. Jueces, políticos (algunos por convicción, muchos por presión) y sobre todo la sociedad entera está viendo que si esto continúa el panorama será desolador en los próximos meses, donde no dejan sino de aumentar estas expulsiones a nuestro entender ilegítimas. Expulsiones, por cierto, donde las cajas y los bancos que ejecutan esos desahucios son subvencionadas con nuestro dinero (nuevamente gracias a un parlamento que ha tomado esa medida sin contar con el pueblo) para luego además echarnos de nuestras casas. 


Bankia, el mejor ejemplo del surrealismo: salvada por el dinero de los ciudadanos, ejecutora de éstos mediante los desahucios


Y mientras tanto, ¿qué sucede? Mientras esos autoproclamados representantes del pueblo deliberan entre ipads de última generación y corbatas de pésimo gusto la ley continúa siendo la misma, la de echar a la put a la calle a las personas que gracias al sistema se han quedado en la ruina. La misma ley que, además de echarte fuera, subasta por unos míseros euros la vivienda y permite que el banco te siga extorsionando de por vida mediante la exigencia de ese mismo préstamo que ya creías haber saldado con el maldito piso.

Y mientras esa ley sigue vigente hombres uniformados asaltan las viviendas, legalmente, y expulsan de ellas, por las buenas o por las malas, a sus legítimos moradores. Algunos de estos funcionarios se quejan amargamente del odio suscitado sobre ellos, sobre los que "únicamente" obedecen órdenes. Si estos hombres y mujeres supieran plantarse, supieran decir cuando una ley es injusta que no van a ser partícipes de esas tropelías, en defenitiva, que van a estar con los necesitados y no con los apoderados, entonces otro gallo cantaría. Algunos dirán que esto es pura quimera, seguramente, pero entonces se convierte en otra quimera que esos cuerpos y fuerzas de seguridad sean vistos como bienhechores. Eso es lo absurdo de los cuerpos de intervención y antidisturbios: necesitan sentirse queridos cuando lo prioritario para ellos no es la gente, sino quien les manda, sea cual sea esa orden.



Jorge Fernández Díaz, el dueño de las calles


En cualquier caso si hacen su trabajo bien, esto es, obedecer las órdenes de sus superiores y no salirse de ese camino, podrán recibir una palmadita en el hombro del ministro de Interior Jorge Fernández Díaz (ahora de broma, si tuviera que inventarme un nombre para una novela me saldría algo similar a "Jorge Fernández Díaz", quizás "Jorge Fernández Rodríguez" o similar). Así lo hizo el 25S después de la brutal represión de los cuerpos policiales que, a buen seguro, cumplieron a las mil maravillas las órdenes de dar estopa a diestro y siniestro. Ay, señor ministro, si es que no podemos esperar otra cosa de usted, después de ver como reacciona ante la aprobación de la ley de matrimonio homosexual por parte del Tribunal Constitucional. Usted, don Erre que Erre, sigue diciendo que a su entender eso sigue sin ser matrimonio. Tendremos que respetarle, es su opinión personal, pero entonces permítanos decirle que, para nosotros, usted no es demócrata. Respétenos, porque como usted, el resto de la población también tiene una opinión.

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