martes, 17 de julio de 2012

Sí se puede

Malos aires corren por estas tierras antaño bañadas por los aires del estado de bienestar. Y no sólo es culpa de los verdugos, pues si ellos manejan el hacha (que recorta ya a la altura del cuello) es porque antes no se les ha cortado la mano.

En el gobierno tenemos un partido que funciona al estilo déspota como hacía unos cuantos años no se había visto por estos lares. Y es que la mayoría absoluta en este sistema es la mayoría dictatorial. ¿Qué nos queda ante la actuación impune de unos políticos que hacen y deshacen a su antojo sin prácticamente ningún límite? ¿Esperar cuatro años a poder votar de nuevo en unas elecciones pseudodemocráticas? Algunos dirán, el límite es la constitución. ¿Una constitución desactualizada y que la gran mayoría de la población actual jamás votó? Y aún suponiendo que aceptáramos la actual constitución como elemento de convivencia (prefiero el barco como animal acuático), ese límite se ha visto tranquilamente vejado y sobrepasado por los partidos mayoritarios que, a la postre, son los se alternan en el poder, es decir, PP y PSOE. Y me refiero a la reforma de la constitución a la que, no hace mucho tiempo y sin ninguna consulta popular alguna, fue sometida a manos de los ogros políticos mayoritarios. Es decir, un putsch en toda regla.


No fue Moisés quien entregó la Constitución de 1978, sino una serie de personajes que se lo montaron de puta madre y nos dijeron, o elegís esto o os comeís otra mierda como la de estos últimos cuarenta años. Por cierto, abajo del documento se puede ver referendum. Esa palabra existe, miradlo en el diccionario, aunque sea extraña para este "democracia".

¿Entonces, que nos queda ante esta continua agresión en la que se nos gobierna sin consulta? Si bien no debería de entrar en estos lodos, por mi carácter libertario, hay que decir que a la izquierda le falta un liderazgo clave, personas que digan las cosas como son y no se pierdan en las cloacas de la política, gente que sepa dar un puñetazo en la mesa y plantarse de una jodida vez. Y cuando hablo de izquierda evidentemente no hablo del PSOE, ni tampoco de IU, sino de una izquierda real, de acción directa, esa izquierda que hace más calle que parlamento y no sólo la que se planta de vez en cuando en una manifestación para salir en la fotico o con los sindicatos desteñidos obreros mayoritarios que todos conocemos. Que cada palo aguante su vela.

La historia no la han cambiado millonarios de corbata asentados y acomodados en el poder, sino gente radical que sepa ver este momento como el decisivo para hacer al pueblo levantarse y luchar por lo que le pertenece: su vida, su estabilidad, en definitiva, su futuro. Vivimos en un momento en el que las diferencias empiezan a verse cada vez más, en el que nadie tiene ya una seguridad a medio plazo y en el que los derechos básicos de los trabajadores han sido pisoteados. Banqueros, demócrata-cristianos, pseudoizquierdistas y mucho fascistaneoliberal es un cocktail que más que bebérlo tenemos que vomitarlo. Y la clase política actual no está a la altura de esa lucha. Realmente los partidos políticos rara vez lo han estado, pero hoy más que nunca se ve el anquilosamiento de este sistema que a poco que le busquemos las cosquillas reventará como una hucha en forma de cerdo. Y sólo habrá que estar ahí para coger las monedas e invertirlas en un mundo nuevo.

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