Nuevamente vemos como a este
gobierno la justicia se la trae al pairo y donde dice ley quiere decir “lo que
me sale de ahí”. Acojonados por los chinos o abrazando la causa comunista,
nunca se sabe (porque ser comunista en china si estás bien colocado es mejor
que ser presidente de una multinacional en España y eso es lo que quieren todos
los altos cargos políticos nacionales) se hicieron caquitas cuando desde las
tierras de MAO les amenazaron con que si se mantenía la investigación y las causas
sobre los responsables del genocidio en el Tibet se iba a cerrar el chorro de
dinero con que compran “nuestra” deuda o invierten en “nuestras” empresas (nótense
las comillas al definir la deuda o empresa como nuestras).
Y claro, donde manda capital no
manda gobierno, así que rapidito han guardado en el cajón para los debates
parlamentarios toda la soflama anticomunista, Gallardón se ha ajustado la
corbata y rápido, muy rápido, han hecho una ley a la carta para contentar a los
inversores chinos y, por qué no, a los americanos, que quieren quitarse la
mácula de Couso cuanto antes mejor.
Es en España, y no en Catalunya,
donde lo que importa es la pela. Da igual si eres comunista o capitalista,
negro o blanco, francés o congoleño. Si tu cartera abulta entonces eres
bienvenido, y si pagas, tus sueños se hacen realidad, sean cualesquiera que
sean.
Es por eso que si cruzas la
frontera saltando la valla en Melilla eres un ilegal, pero si eres un puto
crack jugando al fútbol te pondrán alfombra, BMW con chófer y alguna que otra
compañía agradable con tal de que te quedes en el equipo local. Si vienes de Marruecos,
Argelia o cualquier país norafricano eres un moro, pero si en cambio llegas de
Arabia con petrodólares entonces eres un jeque, y eso se cotiza al alza.
Y si lo que hay que investigar
interfiere en nuestra economía, entonces es mejor olvidarte. Olvidar a Couso,
dejar de lado los muertos en el Tibet, Ruanda o El Salvador, etc, etc. Supongo
que una razón que podría alegar Gallardón es que, si no investigamos a nuestros
propios muertos y torturados de la guerra civil y de los posteriores 40 años de
dictadura, ¿para qué nos vamos a empeñar en sacar los trapos sucios de otros?.
Veremos en qué queda todo cuando
hay voces, mucho más legitimadas que las de Gallardón y su camarilla, de que no
sólo es inmoral lo que este gobierno está haciendo sino, además, ilegal.
Confiemos una vez más en la incompetencia del gobierno a la hora de redactar esta
ley de punto y final para que pueda ser parada en los tribunales que, últimamente,
tanto visitan sus miembros.
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