Cambian los tiempos. Y ya los niños que ven la televisión no quieren ser de mayores policías. Al menos no quieren ser como algunos de los que salen en la caja tonta. ¿Por qué mamá, si la policia defiende a los buenos de los malos, echan a la gente de sus casas? Difícil lo habrá tenido algun funcionario de los cuerpos de seguridad cuando el lunes llegó a casa después de intentar echar de su hogar a Aurelia, una octogenaria a la que quieren desalojar por no haber pagado dos plazos del alquiler de la vivienda en la que lleva más de 30 años. O mejor dicho, porque se han buscado una excusa para echar a una persona mayor e indefensa de una casa por la que se puede pedir hoy en día mucho más dinero por su alquiler de lo que esta buena señora paga.
Con maniobras torticeras la comisión judicial encargada de tal "justicia", tras desistir en un primer momento y decir a los medios convocados que se suspendía el desalojo, vuelven a la carga escoltados por policias que, tras quitarse de encima a la poca gente que queda de las maneras habituales intentan acceder a la vivienda. Sin embargo dentro hay más gente que rápidamente coloca una cadena de gran tamaño e impide a la policía y comisión acceder al interior.
Como los agentes del estado otra cosa no, pero testarudos son un rato, llaman a los bomberos para que corten las cadenas. Pero la sorpresa es monumental cuando éstos, en un gesto que será recordado y esperemos que, de paso, imitado por otros, no sólo se niegan a cortar las cadenas sino que además cuelgan un cartel de STOP DESAHUCIOS en el camión. La gente aplaude, les felicita, y la comisión judicial, abochornada, insultada, y moralmente desahuciada se marchan con el rabo entre las piernas, acompañados de esos mismos policias que habían dado todo de sí para expulsar a nuestra Aurelia.
Yo de mayor... ¡bombero!
Como los agentes del estado otra cosa no, pero testarudos son un rato, llaman a los bomberos para que corten las cadenas. Pero la sorpresa es monumental cuando éstos, en un gesto que será recordado y esperemos que, de paso, imitado por otros, no sólo se niegan a cortar las cadenas sino que además cuelgan un cartel de STOP DESAHUCIOS en el camión. La gente aplaude, les felicita, y la comisión judicial, abochornada, insultada, y moralmente desahuciada se marchan con el rabo entre las piernas, acompañados de esos mismos policias que habían dado todo de sí para expulsar a nuestra Aurelia.
Ese lunes, quizás, alguno de esos policías se sorprendió cuando al llegar a su casa su hijo pequeño cambió de profesión y le dijo, "papá, de mayor quiero ser bombero".
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