Ignacio González es el típico señorito que ha estado siempre a la derecha del padre, o mejor dicho, de la madre, que en este caso sería la menestra Esperanza Aguirre. Se comenta que presuntamente tiene un historial oscuro, algo de un chalet de una millonada a otro nombre y otras cosas que no dejan precisamente limpio su currículum aunque claro, en este país investigar esas cosas "no se lleva" y las noticias que de ello nos llegan provienen de algunos periódicos.
Lo que sin embargo ha aprendido muy bien es la charleta de su partido, el PP. Porque en este país las mayorías absolutas es lo más parecido al "haz lo que te salga de los huevos te venga en gana" durante cuatro años, lo cual es lejanamente parecido a lo que la palabra democracia encarna.
Ignacio González, bien vestidito, pulcro pero con ese rostro que hace a una persona no ser de fiar, aprobaba ayer con los votos de su partido la privatización de varios hospitales en Madrid. O su gestión, pero como este blog es del que escribe lo dice con las palabras que los liberales siempre quieren callar. Faltaría más. Aunque, bien pensado, ¿por qué llamarlos liberales cuando pertenecen la ultraderecha? O incluso a algunos sectores neofascistas, por qué callarlo...
Ignacio González no es sordo, simplemente no escucha. No escucha la voz de la ciudadanía, que no quiere tal medida y a la que, ¡oh, quimera en este país democrático!, si se le consultara otro gallo cantaría; no escucha a los profesionales que, lo siento Ignacio, saben mucho más que tú y tus asesores bien pagados; en definitiva, no escucha a nadie.
"Por cierto señores parlamentarios, me importa una mierda lo que me digan, el pescado está vendido"
Lo que sí que parece escuchar son los gritos de las manifestaciones en su ciudad. Y le deben molestar, porque como buen liberal derechón (a cada uno lo suyo) el derecho a la libre expresión y a ejercer la huelga le molesta. Reconozcámoslo, la derecha en este país limitaría o eliminaría en su práctica totalidad el derecho de huelga. Va con ellos, es innato, como los excrementos redondos a las ovejas. Callan, sin embargo, que este derecho ya esta restringido, controlado, pero claro, para la ultraderecha cualquier control de la población civil es escaso.
Sepa señor Ignación González que el pueblo se expresa y se expresará, le pese a quien le pese. Sabemos que los resortes del poder son como los de la inquisición, mortíferos y terriblemente efectivos, pero como la Inquisición sepa que algún día también serán superados y ese día, a buen seguro, recordará las manifestaciones hasta como algo casi agradable.
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